Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO | 21 noviembre 2024.

No son los medios

    "El fútbol es, como la mayoría de los deportes de élite, el bastión del machismo y ya en su base se fomentan esos valores que tradicionalmente son otorgados al macho de la especie: fuerza, valor, competitividad, camaradería, honor…"

    22/09/2023. Carmen Mudarra. Agrupación de Periodistas de CCOO
    Partido entre dos equipos femeninos de fútbol. / Pixabay

    Partido entre dos equipos femeninos de fútbol. / Pixabay

    Las jugadoras de la Selección Española de Fútbol reivindican los cambios estructurales necesarios para trabajar en un “entorno seguro” y a toda la sociedad española nos estalla la cabeza. Y es que más allá de alzar la voz para reclamar derechos laborales o mejoras de las condiciones de trabajo, lo que reclaman este puñado de mujeres valientes es el cambio del sistema que determina nuestras relaciones sociales. En una palabra, del patriarcado.

    La agresión de Rubiales ha desatado una reacción en cadena de voces, la mayoría de mujeres, que hemos encontrado la grieta en el discurso mediático para denunciar la evidencia: las mujeres seguimos bailando en un mundo de hombres. Por eso las peticiones de las jugadoras han hecho que muchos ellos (y algunas ellas) entiendan que estas reivindicaciones son imposibles de contentar.

    Los órganos de control social, en este caso representado en el corpus del fútbol profesional, han permitido que las mujeres tengan acceso limitado a su negociado, pero no van a permitir que se ponga en riesgo su escalón en la pirámide. No se trata de negocio, ni de espectáculo, ni de capacidad, se trata de cuotas de poder. El fútbol es, como la mayoría de los deportes de élite, el bastión del machismo y ya en su base se fomentan esos valores que tradicionalmente son otorgados al macho de la especie: fuerza, valor, competitividad, camaradería, honor… Muchos pensarán que no se puede permitir a un puñado de chiquillas, empoderadas en el fragor de la victoria, que cuestionen sus cimientos.

    Y en el mejor de los casos se entiende que hay que protegerlas por su atrevimiento. Ese es el motivo que ha argumentado Montse Tomé, la actual seleccionadora nacional, para justificar haber dejado a Jenny Hermoso fuera de la convocatoria en los partidos internacionales que las campeonas van a jugar en los próximos días. Sin haber tenido en cuenta la propia opinión de la jugadora, se le aplica un doble castigo y se la aparta del ejercicio de su profesión, además, si no era ya suficiente con haber sufrido la agresión de su superior.

    Me sorprendió y me indignóo a partes iguales, a este respecto, oír el comentario de un compañero de profesión que intentaba justificar la decisión de Tomé aludiendo que había que proteger a Jenny de la presión mediática. No de lo que se mueve en la Real Federación Española de Fútbol, no de un organismo viciado y refrendado desde las más altas esferas. No, según este ilustrado del periodismo, hay que protegerla de los medios. Mejor así, claro, porque todas sabemos que lo que no se ve, no existe. Mejor ocultarla y silenciarla.

    No son los medios de quien hay que proteger a Jenni, y no sólo a ella, si no a todas. La única protección necesaria es la derrota del machismo sistémico que domina el mundo del deporte profesional y que no es más que la materialización de una sociedad que lo valida en su conjunto.