Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO | 29 marzo 2024.

Desde mi afiliación a la tuya ¿ha cambiado este sindicato?

    Cuando se me adjudicó en el comité de redacción un pequeño artículo en el que se compararían las percepciones de dos mujeres delegadas de CCOO de diferentes edades, una mayor y otra más joven, lo primero que se me vino a la cabeza fue que podría disponer del testimonio de muchas mujeres mayores, casi todas los somos en los ámbitos y niveles en que me muevo en esta organización, pero que tendría dificultades para encontrar a mujer joven, hasta que pensé en Paula, una mujer bastante más joven que yo, tanto que podría ser su madre, delegada desde hace años de CCOO en la Diputación de Pontevedra.

    10/01/2019. Pilar Seoane Vázquez, secretaria general de la SSE del MEYSS
    Maya Angelou: “Soy feminista. Llevo mucho tiempo siendo mujer. Sería estúpida si no estuviese de mi lado”. Ilustración de Eva Sanabria

    Maya Angelou: “Soy feminista. Llevo mucho tiempo siendo mujer. Sería estúpida si no estuviese de mi lado”. Ilustración de Eva Sanabria

    Casada con tres hijos e hijas pequeños y que es la cuasi perfecta encarnación de la mujer trabajadora, comprometida con su entorno social que cada día hace auténticos equilibrios para dar cobertura a su vida laboral, sindical , personal y al cuidado de su familia. En cuanto a la mujer mayor, he tenido la osadía de apropiarme del papel.

    En cuanto nos sentamos a intercambiar impresiones sobre nuestras vidas, básicamente sobre nuestra vida sindical y su interacción con el resto de ellas (la familiar, la laboral o la personal) pensamos que sería necesario comenzar por dar respuesta a la doble pregunta de cómo y por qué cada una de nosotras arribamos a las CCOO. En la respuesta se ponen de manifiesto que las diferencias en el inicio del camino seguido por una y otra son notables.

    La mayor, Pilar, creció durante la dictadura. A los 17 años ya militaba en una organización política de izquierdas y se integró en CCOO en cuanto empezó a trabajar hace ya 30 años, con una clara orientación ideológica y el convencimiento de que solo desde la unión de las personas trabajadoras, se pueden defender y conquistar los derechos. En esa época el número de mujeres era pequeño, apenas un 10%, y estaba además muy concentrado en determinados ámbitos.

    La más joven, Paula, nacida y educada en democracia, llego a la organización de forma mucho más pausada, pero no por ello menos comprometida. Cuando ella entró el sindicato era ya una gran organización, consolidada, con una clara división de espacios y funciones y en la que las mujeres, gracias a la reivindicación permanente y sostenida de sus antecesoras, ya habían ido conquistando espacios. De hecho se necesitaban mujeres para las listas y ahí estaba ella, la convencieron para participar en las elecciones sindicales y lo hizo con el convencimiento de que desde el trabajo sindical podría poner su granito de arena para mejorar sus derechos y los de sus compañeros y compañeras de trabajo y desde ahí sentar las bases para avanzar en la consecución de mayores niveles de equidad social.

    Aunque llegamos de forma diferente en el análisis de los objetivos que cada una pretendía conseguir, descubrimos que las intenciones son prácticamente coincidentes porque el trabajo sindical ha sido y es, para ambas, la principal aportación a la consecución del cambio social que defendemos.

    Sin darnos cuanta la charla se encaminó hacia el recorrido seguido desde el principio del camino sindical hasta el compromiso actual. Dos mujeres madres, trabajadoras por cuenta ajena en la Administración Pública y comprometidas con la mejora de nuestro entorno.
    La mayor empezó su camino laboral hace más de 30 años y se integró en una organización sindical que se jactaba de alimentarse de compromiso y militancia. Su compromiso y dedicación fueron creciendo con el paso del tiempo, primero a través de colaboraciones esporádicas, fuera de la jornada laboral, en el escaso tiempo libre que dejaban las labores de crianza y cuidado. Después, ya con horas sindicales, el tiempo de dedicación sindical fue creciendo en la misma medida en que se afianzaba la autonomía de su hijo y con la mayor dedicación llegó la asunción de puestos de responsabilidad, primero como delegada de sección sindical, luego como secretaria y presidenta del comité de empresa y con el paso de los años, la incorporación a comisiones ejecutivas de diferentes niveles del sindicato, desde la de su Unión Comarcal hasta llegar a las de Sindicato Nacional y Federación Estatal, para recalar finalmente en la Secretaría General de una Sección Sindical Estatal y en el Sector Estatal de su ámbito. Responsabilidades que de forma progresiva han ido absorbiendo buena parte de su vida, hasta el extremo de que apenas recuerda unos pocos días en los últimos años (curiosamente todos cuidando a alguien en algún hospital o en el extranjero) en los que , de una u otra forma, el sindicato no haya estado presente. Y lo mas importante es que a pesar del tiempo transcurrido y del esfuerzo que supone dedicarse a ello se siente con fuerza para seguir adelante.

    La más joven , a pesar de su extraordinaria valía y capacidad y de que a lo largo de los años se le han presentado varias oportunidades para volar a otras responsabilidades , ha decidido no hacerlo. Precisamente por ser más joven está todavía en pleno período de crianza de su prole, actividad que exige unos niveles de esfuerzo y dedicación nada desdeñables, aunque se cuente con todo el compromiso y la más absoluta corresponsabilidad de la pareja. En esta situación, ha decidido priorizar la atención y cuidado a sus hijos e hijas y limitar la actividad sindical a la que puede desarrollar cerca de casa. Eso no significa que no desarrolle un gran trabajo, tanto en su sección sindical donde en jornada laboral da cuerpo a la atención directa a más de 2.000 personas trabajadoras, participa en la elaboración de propuestas y en la negociación colectiva de su diputación, algo que la satisface enormemente, porque al fin y al cabo es ahí donde se identifican y se buscan soluciones a los problemas de la gente, en lo cotidiano, en la reivindicación del cumplimiento adecuado de lo pactado, haciendo camino cada día, avanzando hacia un mejor futuro. Forma parte además de la Comisión Ejecutiva de la FSC de la su comarca.

    Si algo ambas tenemos claro, es que conciliar la vida sindical con la vida familiar no solo no es fácil, es prácticamente imposible. En el sindicato los niveles de exigencia son elevados, nadie tiene dudas de que se exigen altos grados de disponibilidad, no parecen existir los horarios, cada día es como una día de guardia localizada y en ocasiones hay que salir corriendo para apagar algún fuego, ya se trate de ir a solucionar un problema de alguna persona o contraponer frente a la jefatura de turno. Aspectos que resultan en muchos casos prácticamente incompatibles con la necesaria dedicación a la crianza y educación de la prole. La experiencia, también la nuestra, la de Paula y Pilar, demuestra que la dedicación de las mujeres es mayor cuando carecen de hijos e hijas y en los casos en los que hay descendientes, la dedicación sindical crece a medida que la prole adquiere autonomía, y lo hace exponencialmente cuando esa autonomía les lleva a volar en solitario.

    Ambas coincidimos en la consideración de la dificultad para mantener un buen nivel en la actividad sindical y dar cobertura a la vez a las obligaciones familiares y entendemos que la forma de trabajar en el sindicato no esta pensada para poder conciliar y como consecuencia dificulta la participación de las mujeres. Y en lo sorprendente que resulta que las organizaciones sindicales que históricamente se han ocupado revindicar la aplicación de medidas de conciliación y corresponsabilidad en el ámbito laboral , con el convencimiento de que solo a través de ellas se podrá conseguir la igualdad de trato y oportunidades de mujeres y hombres, hayan sido incapaces hasta la fecha de apuntarse a ese carro en el interno.

    Al entrar en el análisis del papel y la presencia de mujeres en el sindicato, se ponen de manifiesto las diferencias entre las experiencias de una y otra. A finales de los años 80 del siglo pasado, las CCOO eran un sindicato profundamente masculinizado, a pesar de que no hay estadísticas demasiado fiables de esa época, diferentes fuentes consultadas sitúan en torno al 9 o 10% la afiliación femenina, pero las mujeres estaban concentradas fundamentalmente en el sector servicios, en la industria manufacturera y su presencia en otros ámbitos era puramente simbólica. Las mujeres que como Pilar llegaron en los 80 y principios de los 90 trabajaron duramente para conseguir tener una presencia efectiva en todos los los órganos del sindicato, desde la sección sindical de base hasta las direcciones federales y territoriales del sindicato. Trabajo arduo y laborioso que dio como resultado el establecimiento de unas cuotas de presencia de mujeres de cumplimiento obligatorio, pero a través de interpretaciones sesgadas y se fueron buscando vías de escape para no respetarlas de forma literal. Como consecuencia prácticamente en cada congreso se ha ido presentando enmiendas con el único fin de perfeccionarlas y apuntalarlas para que sean de obligado cumplimiento, de hecho las últimas modificaciones se han aprobado a través de enmiendas en el XI Congreso Confederal celebrado en 2017.

    Ninguna de las dos dudamos de que esas cuotas nos han permitido estar prácticamente donde estamos en el sindicato y somos conscientes de que sin ellas probablemente no hubiéramos estado, porque las cuotas que han servido, entre otras cosas, para que la presencia de mujeres en los órganos de dirección haya subido de la presencia simbólica en los inicios de Pilar hasta la cuasi paridad en los primeros pasos de Paula, algo que ambas tenemos la seguridad de que no se habría conseguido de otra forma.

    Coincidimos ambas en la consideración de que hoy hay mujeres, muchas mujeres, en todos los ámbitos y niveles de las CCOO. Pero queda mucho camino por hacer, porque a pesar de la creciente presencia de mujeres la cara de CCOO sigue siendo profundamente masculina. Ellos ocupan las Secretarías Generales casi en su totalidad, en cualquiera de los niveles , ellos encabezan la representación del sindicato en las mesas de negociación, ellos son las plumas mayoritarias en las publicaciones del sindicato (salvo en las especificas de género), las participaciones en prensa, radio o televisión también las copan mayoritariamente ellos.

    Tal vez a modo de conclusión podemos afirmar que somos conscientes de que nada cambia si no se propicia el cambio, por eso nuestro deseo sería la existencia de un compromiso real de la organización en la reivindicación de un nuevo pacto social, un pacto dirigido a conseguir un reparto corresponsable del trabajo doméstico y de cuidado con el objetivo de liberar a las mujeres del exceso que ahora soportamos. Ese es el camino para permitir que podamos disponer de los mismos tiempos que los hombres para el desarrollo armonioso de todas las facetas de nuestras vidas, entre las que, para muchas de nosotras, cobra especial relevancia la sindical. Dadas las dificultades evidentes de conseguirlo de forma inmediata, sería necesario cambiar el funcionamiento de la organización para seguir abriendo el espacio a la participación plena de las mujeres.