Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO | 19 abril 2024.

¿Necesitas solo terapia… o también un sindicato? FSC-CCOO pone el acento en la salud mental de la juventud con motivo del 28A

    El 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, desde las secretarías federales de Salud Laboral y Juventud de FSC-CCOO, lanzamos un vídeo para subrayar que ciertos problemas de salud mental de la gente joven no se curan solo con terapia, sino además con mejores condiciones laborales y de acceso al empleo.

    27/04/2023.
    ¿Necesitas solo terapia… o también un sindicato? FSC-CCOO pone el acento en la salud mental de la juventud con motivo del 28A

    ¿Necesitas solo terapia… o también un sindicato? FSC-CCOO pone el acento en la salud mental de la juventud con motivo del 28A

    La realidad actual de la juventud en España está caracterizada por la persistencia de una precariedad agudizada por la pandemia. De nuevo es uno de los colectivos más vulnerables en los momentos convulsos. Por eso hemos elaborado un vídeo, desde las secretarías de Salud Laboral y Juventud, con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, poniendo el acento en los problemas de salud mental que acarrean las personas jóvenes en gran parte por las malas condiciones laborales a las que se ven sometidas, que les impiden poner en marcha proyectos de futuro viables.

    Las dificultades para lograr y mantener un empleo estable, para hacer frente a las nuevas exigencias de los puestos de trabajo y para aportar la polivalencia que se exige en una economía tecnológica avanzada se unen a otros factores, como el precio de la vivienda o el fracaso escolar, que configuran el campo de juego en el que las personas jóvenes tienen que desarrollar su proyecto vital.

    En este contexto de incertidumbre, los riesgos de tipo psicosocial aumentan, ya que la gente joven tiene que lograr su integración social, como meta última de su proyecto vital, en un contexto en el que debe hacer frente a un conjunto de factores que son objetivamente generadores de estrés. Entre ellos figuran la incorporación a un mercado de trabajo estructuralmente inestable, las dificultades de acceso a una vivienda digna o la elevada temporalidad en sus contratos de trabajo, que les colocan en una situación de vulnerabilidad estructural que no deja de ser peligrosa por ser compartida por la mayoría de las personas jóvenes.

    En la evolución de los riesgos laborales influyen tanto las características objetivas del puesto de trabajo, como la formación y las características psicofísicas del trabajador o trabajadora y, por supuesto, el contexto en el que se desarrolla la actividad laboral. Además, la juventud presenta características específicas: un nivel bajo de satisfacción en el puesto de trabajo, un mayor nivel de precariedad, menores salarios y un porcentaje relativamente alto que desarrolla su actividad laboral en horarios a turnos o en horario nocturno.

    Las consecuencias psicológicas, como la depresión o la ansiedad, han aparecido consistentemente relacionadas con los factores nombrados anteriormente y en gran parte de las personas trabajadoras jóvenes.

    Como sociedad no podemos permitirnos ignorar los problemas, ya estructurales, de nuestra juventud. En un contexto demográfico envejecido como es el nuestro, las personas jóvenes son, más que nunca, nuestro presente y por supuesto nuestro futuro. No deberían ser consideradas ciudadanía de segunda categoría (como ponían de manifiesto aproximadamente la mitad de las personas encuestadas por el CIS en relación a la percepción sobre la juventud, sus derechos y oportunidades económicas y laborales). Y es que España presenta una tasa de paro que duplica la de la Unión Europea. Cuando logran incorporarse al mercado laboral, lo hacen en buena medida con contratos precarios, a tiempo parcial y con salarios reducidos. Recordemos que el porcentaje de población adulta joven entre 18 y 24 años que aún vive con sus padres en nuestro país es del 83,2%. 

    Una investigación sobre “Jóvenes en pleno desarrollo y crisis pandémica”, realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, ponía de manifiesto que 7 de cada 10 personas jóvenes creen que la crisis de la covid ha tenido un impacto negativo en la salud mental juvenil. Además, reconocen tener un importante incremento de los problemas de salud mental, pasando del 28,4% en 2019 al 64,2% en 2022. Asimismo, más de la mitad manifestaron haber aumentado sus pensamientos negativos.

    Actualmente se habla de salud mental, pero no se puede reparar una gran herida abierta con tiritas. Es evidente que faltan profesionales de la salud mental y que debería haber más recursos públicos, pero hay que ir más allá y abordar el origen multicausal del problema. No sólo se tienen que implementar medidas reparadoras del daño, eso no es prevención. Deberíamos orientar las intervenciones a cambiar las causas que originan todo esto. ¿Qué medidas eficaces se pueden tomar a corto, medio y largo plazo que actúen directamente sobre los orígenes del problema? Son muchas preguntas, pocas respuestas y sobre todo lentitud en la toma de acciones al respecto. A día de hoy quedan demasiadas cosas por hacer y, mientras tanto, la salud mental de nuestra juventud continua inexorable su deterioro. 

    En el ámbito laboral, hay que incidir en que por trabajo precario no sólo nos estamos refiriendo al trabajo temporal, sino también a la falta de flexibilidad, a la pérdida de derechos en cuanto a condiciones de trabajo, los bajos salarios, la falta de convenio, los horarios prolongados o a turnos, la concatenación de múltiples contratos…

    Estas condiciones laborales son generadoras de riesgos de tipo psicosocial y vienen generalmente acompañadas de exceso de exigencias psicológicas, elevados niveles de ritmo y carga de trabajo, falta de influencia y de autonomía en el desarrollo del trabajo, falta de apoyo y de calidad de liderazgo, y escasa compensación, entre otros muchos factores. Todo ello, unido al miedo a perder el empleo tan difícilmente conseguido, es el caldo de cultivo necesario para desencadenar graves problemas de salud mental: estrés, ansiedad, depresión, conductas adictivas, además de trastornos musculares, cardiovasculares, gastrointestinales, endocrinos, inmunitarios…

    La presión académica, la dificultad para acceder al empleo y para mantenerlo, el desempleo de larga duración, los bajos salarios, la incapacidad para emanciparse, el trabajo precario… son la tormenta perfecta. Quizás no solo sea terapia lo que necesita nuestra juventud, sino una formación adecuada e integral acorde a sus expectativas, unas condiciones de trabajo y de vida dignas y, por supuesto, perspectivas de futuro.