Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO | 20 abril 2024.

Combate por la hegemonía: conocer, saber, para proponer

  • Owen Jones. “El Establishment: la casta al desnudo”. Seix Barral, 2015.

Owen Jones analiza y describe importantes y poderosos grupos que intentan controlar el sistema democrático para que sirva a sus intereses. Su análisis, muy descriptivo, muy en clave periodística, pudiera parecer excesivo en algún caso o de perogrullo en otros, pero no por eso deja de ser necesaria su lectura para saber, para conocer y proponer. Porque saber y conocer cómo ha funcionado y funcionan aquellos a los que nos confrontamos, es fundamental para poder proponer.

17/04/2017. Xavier Navarro
“El Establishment: la casta al desnudo”, Owen Jones.

“El Establishment: la casta al desnudo”, Owen Jones.

Jones hace un análisis exhaustivo del funcionamiento de unas élites y, a pesar de que es la realidad británica la que analiza, podemos encontrar muchos paralelismos con nuestro entorno dado que la hoja de ruta de la revolución neoliberal tiene unos claros objetivos globales: menos democracia, menos derechos laborales, económicos, sociales y políticos, y más acumulación de poder económico, político y riqueza en manos de los poderosos.

Jones hace una reflexión crítica del funcionamiento de estas élites; y así vemos como el establishment consolida vínculos financieros y la cultura de la puerta giratoria (aquí tenemos muchos ejemplos que podrían ilustrar un libro como el de Jones versión catalana y/o española ). El debate político viene marcado, en gran medida, por los medios de comunicación (en nuestro país están en manos de grupos financieros), y a la vez los think tanks y los partidos políticos están financiados por intereses corporativos e individuos ricos. Paralelamente, el mundo empresarial se beneficia de sus contactos con la política y altos funcionarios y de su conocimiento de las estructuras de gobierno.

Nos encontramos ante un análisis de la realidad británica, cierto, pero nos podemos ver reflejados. Evidentemente no en todo ni con muchos detalles y formas específicas, pero sí en los rasgos generales.

Las élites, el Establishment, nos dice Jones, trabajan por una sociedad con menos Estado, pero a la vez lo necesitan para garantizar sus beneficios. Es el que Jones denomina el socialismo para ricos, un socialismo que tienen que pagar los trabajadores y trabajadoras, las clases populares que sufren un empobrecimiento creciente y que en este escenario son los que tienen que pagar la bacanal depredadora de otros. No olvidamos que los Estados son la expresión de la clase dominante, y no es precisamente la clase trabajadora la hegemónica ni en el Reino Unido ni el resto de nuestro entorno (puede haber gobiernos con posiciones más progresistas como el caso de Portugal, y es muy positivo, pero tener el gobierno, per se, no comporta un cambio profundo en el discurso hegemónico).

Jones describe diferentes categorías del Establishment:

a) El escudero: los encargados de generar opinión, de hacer propuestas, de abrir el camino intelectual difundiendo ideas mercantilistas, en especial en las universidades (creo que tendríamos que aprender si queremos hacer realmente un combate por la hegemonía). Así, los partidarios del sistema favorecedor de los poderosos tienen acceso a gran cantidad de material intelectual y a la vez obtienen respetabilidad académica. También son los que tejen las conexiones entre los mundos empresariales, políticos y medios de comunicación.

b) El Cartel de Westminster (ejemplo específicamente británico): bajo esta catalogación Jones nos describe el sistema de partidos y la estrechada vinculación de los diferentes actores políticos, conservadores, laboristas y liberales-demócratas con los sectores económicos.

Las diferencias con nuestro sistema de partidos y electoral son claras pero los comportamientos no mucho.

Jones es especialmente duro con el laborismo (lo es con el resto y mucho), pero con los laboristas quizá más porque es cuando estos abandonan sus posicionamientos, sus objetivos, y aceptan la lógica del discurso del mundo económico y financiero, cuando el Establishment se convierte en el que es hoy en día.

Siguiendo con la dura crítica con el laborismo que representó Blair, Jones hace un recordatorio de la afirmación atribuida a Thatcher (recordatorio que hace por medio de la entrevista a un testigo directo) en el momento que los laboristas de Blair ganan las elecciones, diciendo que la victoria de Blair era su mejor victoria.

c) La mediocracia: en este bloque, Jones analiza el papel fundamental que juegan los medios. Unos medios al servicio de los intereses de los más ricos, del mundo financiero, de los más poderosos en definitiva. Así nos pone el ejemplo de cómo en 2013 una mayoría de ciudadanos británicos querían recuperar el carácter público del ferrocarril, la energía y servicios, el control de alquileres e introducir un salario mínimo, y por el contrario ningún medio apoyó a estas ideas, más bien el contrario.

La forma de selección de periodistas, con un sistema de becarios que trabajan gratis. Con los periodistas más influyentes, mayoritariamente formados en universidades privadas. Con un incremento de la carga de trabajo, imposibilitando el periodismo de investigación y favoreciendo el uso acrítico de las noticias prefabricadas como los materiales de las agencias de noticias y de los gabinetes de comunicación que son, no lo olvidemos, posicionamientos de parte.

La muerte del periodismo de investigación favorece que las injusticias sociales, que el mundo del trabajo, esté fuera del centro de la información o bien escondida.

d) Las fuerzas del orden: nunca mejor decir “del orden”, pues es esto, en un sentido absolutamente partidario (no de partido político sino de ideología) en lo que han convertido a las fuerzas de seguridad. Una de las primeras actuaciones de Thatcher fue incrementar sueldos a las fuerzas de seguridad en un 45% a pesar de las rebajas salariales, convirtiendo a la policía en un buen instrumento de defensa de las políticas de Thatcher frente los mineros en las huelgas de 1984 y 1985. Es la policía frente “el enemigo interior”.

No sólo es la policía, es también la legislación, y aquí Jones destaca la Ley de Orden Público que criminaliza todas las palabras o conductas que pueden causar “hostigamiento, alarma o nerviosismo “ (un gran paralelismo con nuestra Ley Mordaza).

Se conjuga pues, legislación represiva y fuerzas del orden, para reprimir el enemigo interior (nosotros, en cuanto a nuestra realidad, tendríamos que fijarnos mucho en el modelo formativo de los diferentes cuerpos de seguridad y plantear las alternativas que consideramos adecuadas). Autoritarismo de la política para defender a los poderosos frente los pobres; y es que el capitalismo, en especial el financiero y la ideología que lo sustenta, está en contradicción con la democracia y los derechos de la clase trabajadora y de ciudadanía.

e) “Los gorrones del Estado”: con este término Jones califica a los sectores económicos que necesitan y utilizan la protección del Estado para mantener e incrementar sus márgenes de beneficios y para rescatar sus deudas. Así pone muchos ejemplos de los que piden recortes sociales y a la vez piden determinadas inversiones estatales para obtener beneficios, o inversiones estatales para un modelo ferroviario privatizado, o la industria nuclear financiada, o exenciones fiscales para llevar a sus hijos a la educación privada, o la transferencia de recursos del sistema público de salud al sector privado.

Si comparamos, vemos que en el conjunto del Estado español tenemos muchos “gorrones del Estado”.

f) Los magnates defraudadores: el fraude fiscal, la evasión de capitales, las políticas favorecedoras de las grandes corporaciones, son el gran agujero fiscal del Estado. Numerosos son los ejemplos que evidencia Jones, demostrando, también, una gran implicación de los intereses privados en el centro mismo de la maquinaria y contribuir así a alterar el equilibrio de poder y riqueza en beneficio de los poderosos.

Se ha impuesto una hegemonía según la cual bajar impuestos a los ricos, privatizar, sacarle derechos a los trabajadores, son un fin en sí mismos. Los think tanks y las corporaciones mediáticas no paran de generar justificaciones ideológicas para presentar los intereses de las élites empresariales como las del conjunto del país. El discurso de las derechas sobre los impuestos, utilizando muy hábilmente la idea de “bajada“ es el de la rebaja a los poderosos, a las corporaciones, a las fortunas, y no otra cosa.

g) “Los amos del Universo”: la City y sus tentáculos con el poder. Jones considera, y coincido con él, que el mundo financiero y sus conexiones con el poder son una amenaza a la democracia. Los gobiernos le han entregado sus poderes económicos, ya sea intermediando el control del intercambio, ya sea promoviendo la desregulación del sistema financiero.

Y las conclusiones de Jones, quizás el apartado del libro que no podemos dejar de referenciar, pues son especialmente interesantes y dan pie a diferentes debates que tendríamos que impulsar, no como meros ejercicios intelectuales, sino como espacios para plantear alternativas para avanzar.

Jones evidencia la contradicción entre democracia y los intereses de los sectores más poderosos e indica también cómo fue la propia democracia la que abrió la puerta al control de las élites. Si bien parece un hecho paradójico, no lo es tanto si somos capaces de entender que las clases sociales mantienen un pulso permanente, y que diferentes hechos y actuaciones han favorecido la actual forma de dominación de los sectores poderosos. Gobernar no quiere decir tener ni el poder ni la hegemonía, y todavía menos si la izquierda mayoritaria acepta la lógica y el discurso del mundo económico y financiero.

El Establishment ha tenido muchas victorias, y la hegemonía ideológica y cultural de su discurso ha sido fundamental para incorporar de manera global la idea de que “no hay alternativa“ y cómo esto comporta la actitud de resignación en amplísimos sectores de la población.

De manera especial destaca los peligros de una sociedad con una democracia limitada y vigilada y la creencia de parte de la ciudadanía, creencia imbuida, de que todos los políticos son iguales (no distinguen a nadie gracias al discurso hegemónico) y están al servicio de intereses privados y sólo discrepan en detalles. Esta situación abona los sectores políticos fascistas con discursos sencillos, directos, populistas y falsamente anti-establishment.

Aun así, en sus conclusiones, Jones invita a la esperanza cuando afirma que hay alternativas y pone diferentes ejemplos. Desde el papel de sectores del Partido Laborista o las alternativas del partido Verde, o cómo el sí a la independencia escocesa se construye a partir de posicionamientos claramente más socialdemócratas y anti-austeridad y un discurso anti-establishment (lo contrario de lo que mayoritariamente sucede en Cataluña donde el debate social pasa a la periferia).

Pero lo que hay que destacar es, la afirmación de Jones, de que los únicos capaces de crear think tanks favorables a las ideas de cambio social, de los derechos de los trabajadores, de más democracia y derechos de ciudadanía, son, somos, los sindicatos. Y es esta afirmación que comparto totalmente, la que me interesa resaltar, pues se entronca total y absolutamente con el discurso de clausura del 11 Congreso de la CONC que hizo Javier Pacheco como nuevo secretario general, y se entronca igualmente con los planteamientos de la Confederación de CCOO que de manera pública plantea el secretario general Ignacio Fernandez Toxo. Tenemos que pasar a la ofensiva.

Pongámonos pues a trabajar, porque el combate es y será muy duro, y tendremos que ser capaces de generar muchas complicidades, sumar muchos esfuerzos para favorecer propuestas de cambio social y político y no sólo desde el punto de vista de gobiernos sino construyendo hegemonías culturales ideológicas, con más democracia y libertad.

• Quiero agradecer el trabajo de Joan Herrera Torres “L'estudi de les elits des de la Política Comparada. De Barrington Moore a Owen Jones”, que ha facilitado bastante parte del trabajo.
• Recomendar también otra interesante lectura de Owen Jones, “Chavs: la demonización de la clase obrera”. Editorial Capitán Swing, 2012.
• Interesante también leer la novela de Jonathan Coe “¡Menudo reparto!”. Editorial Anagrama, 2010.